Los vinos de Toro son mayoritariamente tintos, elaborados con la variedad de uva autóctona Tinta de Toro. Son vinos intensos, con cuerpo y equilibrados.
Existen otras variedades de uva tintas reconocidas, aunque se usan en menor medida. Como la Garnacha tinta, la Malvasía o la Verdejo. Todos ellas cultivadas en los viñedos situados entre la provincia de Zamora y Valladolid, con gran influencia del río Duero y con una altitud media de 700 metros.
En general son cepas viejas y con una producción limitada lo que hace que sus viticultores sigan mimando sus viñedos y busquen técnicas de trabajo más cuidadosas combinando tradición e innovación.
Estos vinos acompañaron a Cristóbal Colón en su viaje a América, convirtiéndose en el primer vino en llegar al Nuevo Mundo. Durante esa época gozó de gran reconocimiento, pero no fue hasta finales de los años 80 cuando se creó la denominación de Origen.
Los tintos de toro pueden llevar en la etiqueta los términos roble, crianza, reserva y gran reserva. En función del tipo de crianza que tengan.
En este sentido, cabe destacar los vinos roble. Aquellos con una crianza combinada de barrica y botella, que les permite conseguir una gran carga frutal con ligeros toques de madera (por el periodo de menos de 6 meses en barrica) convirtiéndolos en los favoritos de los consumidores.
Así que, si no sabes por donde empezar con los vinos de Toro, te recomendamos que empieces por los roble.